Un número cada vez mayor de observaciones
ofrecen una visión cada vez más completa del calentamiento de la Tierra
y de otros cambios en el sistema climático (véase el Cuadro
2–1). |
|
||
La temperatura media mundial de la superficie de
la Tierra ha aumentado desde el decenio de 1860 a 2000, el período de
registro instrumental. Durante el siglo XX este aumento fue de 0,6°C
con una gama muy probable (véase el Recuadro
2–1) de confianza de 0,4–0,8°C (véase la Figura
2–3). Es muy probable que el decenio de 1990 fuera el período
más cálido, y el 1998 el año más caluroso desde que tenemos registros
instrumentales. Si ampliamos los registros instrumentales con datos
de representación del Hemisferio Norte, vemos que en los últimos 1.000
años, el aumento de temperatura durante el siglo XX puede haber sido
el mayor registrado en cualquier siglo, y el decenio de 1990, el más
caluroso de todos (véase la Figura 2–3). No se
dispone de datos suficientes sobre el Hemisferio Sur antes de 1860m
que permitan comparar el calentamiento reciente con los cambios registrados
durante los últimos 1.000 años. Desde 1950, el aumento de la temperatura
en la superficie del mar es cerca de la mitad del aumento de la temperatura
media del aire en la superficie terrestre. Durante este período la temperatura
media diaria mínima nocturna sobre la tierra ha aumentado a un promedio
de 0,2°C por decenio, cerca del doble del nivel de aumento correspondiente
en la temperatura máxima diurna del aire. Estos cambios climáticos han
prolongado la estación sin heladas en muchas regiones de latitudes medias
y altas. |
|||
Figura 2–1: Los registros de cambios ocurridos en la composición
atmosférica durante el último milenio indican un rápido aumento de gases
de efecto invernadero y de aerosoles de sulfato, que se puede atribuir
principalmente al crecimiento industrial desde el 1750. Los tres
paneles superiores muestran las crecientes concentraciones atmosféricas
de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), y óxido
nitroso (N2O) durante los últimos 1.000 años. Los primeros
datos esporádicos tomados del aire atrapado en el hielo (símbolos) coinciden
con las observaciones atmosféricas continuas en los últimos decenios (líneas
continuas). Estos gases se encuentran bien mezclados en la atmósfera,
y sus concentraciones reflejan las emisiones de fuentes en todo el planeta.
La estimación del forzamiento radiativo positivo de estos gases se indica
en la escala situada en la parte derecha. El panel inferior muestra la
concentración de sulfatos en testigos de hielo tomados de Groenlandia
(que se muestra con líneas correspondientes a tres testigos diferentes)
de los que se han suprimido los efectos episódicos de erupciones volcánicas.
Los aerosoles de sulfato provenientes de las emisiones de dióxido de azufre
(SO2) se depositan en la superficie, y no se mezclan bien en
la atmósfera. Específicamente, el aumento de sulfato depositado en Groenlandia
se atribuye a las emisiones de SO2 de Estados Unidos y Europa
(mostradas como sí mbolos), y ambos muestran un descenso en los últimos
decenios. Los aerosoles de sulfato producen un forzamiento radiativo negativo. |
|||
TIE GTI RRP, TIE GT Capítulo 6 RE, y TIE GTI Figuras RRP–3 y 6–6 |
Otra información en esta colección |