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TIE GTI Figura 12–7 | |||
Existen pruebas nuevas y más convincentes de que
en su mayor parte el calentamiento observado durante los últimos 50
añ os se puede atribuir a actividades humanas. |
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2.10 | Es muy probable que el calentamiento
observado a lo largo del siglo XX no sea todo de origen natural. Es
poco probable que el aumento en las temperaturas en la superficie en los
últimos 100 años haya sido causado únicamente por la variabilidad interna.
Las reconstrucciones de datos climáticos durante los últimos 1.000 años
también indican que el calentamiento observado durante el siglo XX era inusual
y probablemente respondía sólo al forzamiento natural: en otras palabras,
que las erupciones volcánicas y la variación de la irradiación solar no
explican el calentamiento registrado en la segunda mitad del siglo XX (véase
la Figura 2–4a), pero pueden haber contribuido al
calentamiento observado durante la primera mitad. |
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2.11 | En vista de las nuevas
pruebas, y teniendo en cuenta las incertidumbres subsistentes, es probable
que en su mayor parte el calentamiento observado durante los últimos 50
años se haya debido al aumento de las concentraciones de gases de efecto
invernadero. Estudios de detección y atribución han determinado
sistemáticamente pruebas de señales antropogénicas (entre ellas el forzamiento
producido por los gases de efecto invernadero y los aerosoles que emiten
sulfatos) en los registros climáticos de los últimos 35 a 50 años, pese
a las incertidumbres sobre el forzamiento antropogénico producido por
aerosoles de sulfato y por otros factores naturales, como los volcanes
y la irradiación solar. El forzamiento debido a los sulfatos y a fenómenos
naturales son negativos en este período y no pueden explicar el calentamiento
(véase la Figura 2– 4a); mientras que la mayoría
de estos estudios concluyen que, durante los últimos 50 años, las estimaciones
de la tasa y magnitud del calentamiento debido únicamente a los gases
de efecto invernadero son comparables o mayores que el calentamiento terrestre
observado, (Figura 2–4b). La mejor correlación
entre las simulaciones y las observaciones durante los últimos 140 años
se encuentra cuando se combinan todos los factores naturales y antropogénicos
(véase la Figura 2–4c). Este resultado no excluye
la posibilidad de que otros factores contribuyan a dicho forzamiento,
y en estos estudios de detección y atribución no se han incluido estos
estudios de detección y atribución algunos factores antropogénicos conocidos
(tales como el carbono orgánico, el carbono negro (hollín), los aerosoles
de biomasa, y algunos cambios en los usos de la tierra). Las estimaciones
de la magnitud y distribución geográfica de este forzamiento antropogénico
adicional varían considerablemente. |
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2.12 | Los cambios en el nivel
del mar, la cubierta de nieves, la extensión de la capas de hielo y la
precipitación corresponden al calentamiento del clima cerca de la superficie
terrestre (véase el Cuadro 2– 1). Algunos
de los cambios observados son de alcance regional, y otros pueden ser
fruto de variaciones climáticas internas, forzamientos naturales, o actividades
humanas regionales, y no pueden atribuirse únicamente a la influencia
humana global. |
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2.13 | Es muy probable que el
calentamiento del siglo XX haya contribuido de manera importante a la
elevación observada del nivel medio de los mares y al aumento del calor
almacenado en los océanos. El calentamiento impulsa la elevación
del nivel del mar, a través de la expansión térmica de los océanos y la
fusión generalizada de los hielos terrestres. Sobre la base de los registros
de mareógrafos, después de realizar las correcciones por los movimientos
de tierra, durante el siglo XX la elevación anual media fue de entre 1
y 2 mm. Los muy pocos registros desde largo tiempo muestran que fue menor
durante el siglo XIX (véase la Figura 2–5).
Con los límites de las incertidumbres actuales, las observaciones y las
simulaciones coinciden en la falta de una aceleración significativa en
la elevación del nivel del mar durante el siglo XX. El ritmo de la elevación
del nivel del observado mar durante el siglo XX coincide con el de las
simulaciones. El calor almacenado en los océanos ha aumentado desde finales
del decenio de 1950, fecha desde la que se dispone de las observaciones
fidedignas de las temperaturas de la subsuperficie oceánica. |
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2.14 | La cubierta de la extensió
n de la capa de nieve y hielos han disminuido. Es muy probable que
la cubierta de nieve haya disminuido en un 10 por ciento en el Hemisferio
Norte desde finales del decenio de 1960 (debido sobre todo a los cambios
primaverales en América y Eurasia) y que la duración anual de las capas
de hielo en ríos y lagos en latitudes medias y altas del Hemisferio Norte
se haya reducido en unas dos semanas a lo largo el siglo XX. También ha
habido durante ese siglo una retirada generalizada de los glaciares montañosos
en regiones no polares. Es probable que la extensión de la placa de
hielo marino durante primavera y verano en el Hemisferio Norte haya
disminuido de un 10 a un 15 por ciento entre el decenio de 1950 y 2000,
y que el espesor del hielo marino en el Ártico se haya reducido a un 40
por ciento a finales del verano y a principios del otoño, a lo largo de
los tres últimos decenios del siglo XX. Aunque entre 1978 y 2000 no se ha
registrado ningún cambio en la extensión general de los hielos marinos en
la región antártica paralelamente al aumento de la temperatura media de
la superficie de la Tierra, el calentamiento regional en la Península Antártica
coincidió con el derrumbe de la placa de hielo Prince Gustav y partes de
la placa de hielo Larsen durante el decenio de 1990, pero la pérdida de
estas placas de hielo han tenido pocos efectos directos.
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2.15 | Es muy probable que las precipitaciones hayan aumentado durante el siglo XX en un 5– 10 por ciento en la mayor parte de las latitudes medias y altas de los continentes del Hemisferio Norte, pero, en cambio, que hayan descendido en un 3 por ciento en gran parte de las zonas terrestres subtropicales (véase la Figura 2–6a). Es también muy probable que el aumento de la temperatura media de la superficie de la Tierra produzca cambios en la precipitación y la humedad atmosférica como consecuencia de los cambios en la circulación atmosférica, un ciclo hidrológico más activo, y aumentos en la capacidad de la atmósfera para retener agua. Durante la segunda mitad del siglo XX probablemente se ha registrado un aumento de unos 2–4 por ciento en la frecuencia de las precipitaciones intensas en latitudes medias y altas del Hemisferio Norte. Asimismo hubo aumentos a corto plazo relativamente pequeños a lo largo del siglo XX en las regiones terrestres azotados por graves sequías o inundaciones, pero en muchas regiones en cambios se debieron a una variabilidad climática dentro de un decenio determinado o entre un decenio y otro, sin que se haya registrado ninguna tendencia significativa a lo largo del siglo. |
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