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Todos los perfiles de estabilización estudiados exigen que las emisiones de CO2 se reduzcan en última instancia a niveles muy inferiores a los actuales. De los perfiles de CO2 previstos se dedujeron tasas de emisión de CO2 antropógeno que alcanzan niveles estables de concentración del CO2 de entre 450 y 1.000 ppm (Figura 25a). Los resultados (Figura 25b) no son muy diferentes de los presentados en el SIE, pero el margen de variación es mayor, principalmente debido a las diferencias en cuanto al nivel futuro de absorción terrestre de carbono, que surgen como consecuencia de las distintas hipótesis que se utilizan en los modelos. Para que la concentración se estabilice en 450, 650 o 1.000 ppm, sería necesario que las emisiones antropógenas mundiales disminuyeran a niveles inferiores a los de 1990 en el lapso de unos pocos decenios, alrededor de un siglo, o alrededor de dos siglos, respectivamente, y que en adelante siguieran disminuyendo en forma constante. A pesar de que los océanos tienen una capacidad de absorción suficiente para captar entre el 70 y el 80% de las emisiones antropógenas previsibles de CO2 a la atmósfera, este proceso tarda siglos debido a la velocidad de mezcla en los océanos. Como consecuencia de ello, incluso varios siglos después de producidas las emisiones, aproximadamente la cuarta parte del aumento en la concentración causado por esas emisiones seguirá presente en la atmósfera. Para que la concentración de CO2 permanezca constante más allá del año 2300 es preciso que las emisiones disminuyan hasta alcanzar la tasa de absorción de los sumideros de carbono que existan en ese momento. Los sumideros terrestres y oceánicos naturales, capaces de perdurar durante cientos o miles de años, son pequeños (<0,2 PgC/año).
Debido a las extensas escalas temporales del océano, la temperatura media
mundial seguirá aumentando durante cientos de años a un ritmo de unas pocas
décimas de grado por siglo después de que las concentraciones de CO2
se hayan estabilizado. Los efectos en la temperatura de las pautas de concentración
del CO2 destinadas a lograr una estabilización en el entorno de las
450 ppm a las 1.000 ppm se estudiaron utilizando un modelo climático simple
adaptado a siete MCGAO, con una sensibilidad media del clima de 2,8°C. En todas
las líneas evolutivas dirigidas a la estabilización, el sistema climático muestra
un calentamiento considerable durante el siglo XXI y posteriormente (véase la
Figura 26). Cuanto menor sea el nivel en el que
se estabilicen las concentraciones, menor será el cambio total de la temperatura.
Si las concentraciones de los gases de efecto invernadero se estabilizaran (incluso en sus valores actuales), el nivel del mar seguiría de todos modos aumentando durante cientos de años. Al cabo de 500 años, la elevación del nivel del mar como consecuencia de la expansión térmica podría haber llegado solamente a la mitad de su nivel definitivo, que según los modelos podría ser de entre 0,5 y 2,0 m, o de entre 1 y 4 m, si los niveles de concentración del CO2 fueran dos o cuatro veces mayores que los de la era preindustrial, respectivamente. Esta larga escala temporal es resultado de la escasa difusión y la lenta circulación de los procesos que transportan el calor hacia la profundidad de los océanos.
Es probable que se pierda una parte importante de la masa total de glaciares. Existe una gran probabilidad de que el hielo desaparezca totalmente de las zonas actualmente cubiertas de glaciares en forma marginal.
Las capas de hielo seguirán reaccionando ante el cambio climático durante varios miles de años más, aunque el clima se estabilice. Las capas de hielo de la Antártida y de Groenlandia contienen en conjunto un volumen de agua suficiente como para elevar el nivel del mar en casi 70 m si se deshelaran, de manera que hasta un pequeño cambio parcial en su volumen podría tener efectos considerables.
Los modelos proyectan que si el aumento de la temperatura a nivel local superara en promedio los 3°C por año y continuara al mismo ritmo durante milenios, se produciría una fusión prácticamente total de la capa de hielo de Groenlandia, lo que haría elevar el nivel del mar en unos 7 m. Las temperaturas proyectadas para Groenlandia de acuerdo con los distintos modelos utilizados en el Capítulo 11 superan en general el promedio mundial de temperaturas entre 1,2 y 3,1 veces. Si el calentamiento de Groenlandia fuera de 5,5°C, de acuerdo con los escenarios de estabilización intermedios (véase la Figura 26), es probable que la capa de hielo de Groenlandia contribuyera al ascenso del nivel del mar en una proporción de aproximadamente 3 m en un lapso de 1.000 años. Si el calentamiento fuera de 8°C, la contribución sería de alrededor de 6 m y la mayor parte de la capa de hielo desaparecería. En caso de aumentos más reducidos de la temperatura, la disminución de la capa de hielo sería considerablemente menor (véase la Figura 27).
Los modelos actuales de la dinámica de los hielos proyectan que la capa de hielo de la Antártida occidental contribuirá a la elevación del nivel del mar en no más de 3 mm por año durante los próximos 1.000 años, aunque ocurran cambios importantes en las barreras de hielo. Estos resultados dependen en gran medida de las hipótesis de los modelos en cuanto a los posibles cambios climáticos, la dinámica de los hielos y otros factores. Aparte de una posible inestabilidad interna de la dinámica de los hielos, el deshielo a nivel de la superficie afectará la viabilidad a largo plazo de la capa de hielo de la Antártida. En caso de que la temperatura suba más de 10ºC, los modelos de escorrentía simples vaticinan que se creará una zona de pérdida de masa neta en la superficie de la capa de hielo. Ello daría lugar a una desintegración irreversible de la capa de hielo de la Antártida occidental porque dicha capa no puede retroceder hacia tierras más altas una vez que sus márgenes empiezan a deshelarse en la superficie y empiezan a retraerse. Esta desintegración tardaría por lo menos varios milenios. Los umbrales que determinarían la desintegración total de la capa de hielo de la Antártida oriental como consecuencia del deshielo a nivel de la superficie suponen aumentos de temperatura superiores a los 20ºC, situación que no ha ocurrido por lo menos en los últimos 15 millones de años y que es mucho más de lo que prevé cualquier escenario de cambio climático actualmente en estudio.
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