Figura 5–3: La estabilización
de las emisiones de CO2 a los niveles actuales ha de tener
como resultado un aumento continuo de las concentraciones atmosféricas
de CO2 y de las temperaturas. Para la estabilización del
CO2 atmosférico y del cambio de temperaturas sería necesario
que las emisiones desciendan muy por debajo de los niveles actuales. En
los tres paneles, las curvas rojas muestran el resultado de las emisiones
cuando se mantienen constantes al nivel recomendado por el perfil WRE
550 para el año 2000 (que es ligeramente mayor que las emisiones actuales
para el año 2000), mientras que las curvas azules son el resultado de
las emisiones sugeridas en el perfil de estabilización WRE 550. Ambos
casos son únicamente ilustrativos: unas emisiones mundiales constantes
no son realistas a corto plazo, y no se expresa ninguna preferencia por
el perfil WRE 550 en relación con los otros. En la Figura
6–1 se muestran otros perfiles de estabilización. La Figura 5– 3 se
desarrolló utilizando las simulaciones descritas en los Capítulos
3 y 9 del TIE del GTI. |
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5.7 | Aunque el calentamiento reduce la absorción
de CO2 por los océanos, se proyecta que la absorción oceánica
neta del carbono persista con el incremento de CO2 en la atmósfera,
al menos durante el siglo XXI. El transporte del carbono desde la superficie
hasta el fondo de los océanos tarda muchos siglos en producirse, y se
necesitarán varios milenios hasta que se deposite en los sedimentos oceánicos.
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5.8 | Es probable que cuando
se encuentran sujetos a un rápido cambio climático los sistemas climáticos
se desestabilicen como consecuencia de los distintos ritmos de las respuestas
dentro del sistema. La resultante pérdida de capacidad del ecosistema
para suministrar servicios como alimentos, maderas y el mantenimiento
de la diversidad biológica sobre unas bases sostenibles puede no manifestarse
inmediatamente. El cambio climático puede crear condiciones desfavorables
para el establecimiento de especies fundamentales, pero la respuesta lenta
y retrasada de las plantas de larga vida oculta la importancia del cambio
hasta que individuos ya establecidos mueren a raíz de una alteración.
Por ejemplo, para el posible cambio climático del siglo XXI, es probable
que en algunas zonas de bosque se produzca una perturbación por incendios,
vientos, plagas o cosechas, las comunidades no se regeneren, como antes,
sino que las especies se pierdan o sean sustituidas por otras diferentes. |
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5.9 | El ser humano ha mostrado
su capacidad para adaptarse a condiciones climáticas medias a largo plazo,
pero no es lo mismo cuando se trata de adaptarse a fenómenos extremos y
a variaciones interanuales en las condiciones climáticas. Se proyecta
que los cambios climáticos durante los próximos 100 años sobrepasen cualquier
otro experimentado por el hombre durante, al menos, los últimos 5 milenios.
La magnitud y la velocidad de estos cambios han de plantear un grave problema
para la humanidad. El tiempo necesario para la adaptación socioeconómica
varía entre años y decenios, y en función del sector y de los recursos disponibles
para ayudar a esta transición. El proceso de adopción y aplicación de decisiones
en materia de adaptación y mitigación adolece de una inercia, que a veces
dura varios decenios. Como generalmente las entidades que adoptan las decisiones
sobre adaptación y mitigación no son las mismas, ello agrava las dificultades
inherentes a la identificación y aplicación de la mejor combinación posible
de estrategias, y por lo tanto contribuye al retraso de la respuesta frente
al cambio climático. |
GTII TIE RRP 2.7, GTII TIE Secciones 4.6.4, 18.2–4, & 18.8, & GTIII TIE Sección 10.4.2 |
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5.10 | Normalmente percibir la necesidad de responder a un problema grave, planificar, investigar, desarrollar una solución, y ponerla en práctica conlleva una demora de años, y hasta de decenios. Este retraso se puede acortar anticipando las necesidades mediante la previsión, y por lo tanto, el desarrollo de tecnologías por adelantado. La respuesta de la tecnología a cambios en el precio de la energía ha sido un proceso histórico rápido (normalmente, menos de 5 años entre un aumento abrupto de los precios y su respuesta en términos de patente e introducción de nuevas soluciones), pero su difusión necesita mucho más tiempo. La velocidad de difusión está a menudo en función de la velocidad con que se retiran los equipos instalados. La rapidez con que se implantan mejores tecnologías permite una reducción en la curva de aprendizaje (aprendizaje activo sobre la marcha), y no incorporar prematuramente tecnologías existente y poco eficientes. El ritmo de difusión tecnológica depende en gran medida no sólo de las posibilidades económicas, sino también de las presiones socioeconómicas. Para algunas tecnologías, como la incorporación de nuevas variedades de cultivos, la disponibilidad y la información sobre opciones preexistentes de adaptación permite una adaptación rápida. En muchas regiones, sin embargo, las presiones de la población sobre tierras y recursos hídricos escasos, las políticas gubernamentales que impiden el cambio, y el poco acceso a la información o a recursos financieros, dificultan y frenan el proceso de adaptación. La adaptación óptima a las tendencias de cambio climático, por ejemplo, a sequías más frecuentes, se puede retrasar si se piensa que obedecen a una variabilidad natural, siendo que en realidad están relacionadas con el cambio climático. A la inversa, puede producirse una mala adaptación si la variabilidad climática se confunde con una tendencia. | GTII TIE Secciones 1.4.1, 12.8.4, & 18.3.5, & GTIII TIE Secciones 3.2, 5.3.1, & 10.4 |
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