Se espera que el cambio climático en la regiones polares sea de los más grandes de cualquier región de la Tierra. Los datos sobre el Ártico para el Siglo XX muestran una tendencia al calentamiento de hasta 5ºC en extensas zonas terrestres (confianza muy alta), y un aumento de la precipitación (confianza baja). Hay algunas zonas de enfriamiento en el Canadá oriental. La superficie del hielo marino ha disminuido en un 2,9% por decenio, y la capa se ha afinado durante el período 1978-1996 (confianza alta). Se ha producido una disminución estadísticamente significativa en la extensión de las nieves de primavera sobre Eurasia desde 1915 (confianza alta). La parte subyacente del permafrost se ha reducido y se ha calentado (confianza muy alta). La capa de suelo de deshielo estacional sobre el permafrost se ha hecho más gruesa en algunas zonas, y han aparecido nuevas zonas de extenso deshielo del permafrost. En la Antártida, se observa una marcada tendencia al calentamiento en la Península Antártica, con una espectacular pérdida de mesetas de hielo (confianza alta). La extensión de vegetación terrestre más alta en la Península Antártica está aumentando (confianza muy alta). En otras partes, el calentamiento es menos definitivo. No se han producido cambios significativos en el hielo marino antártico desde 1973, aunque aparentemente se contrajo en más de 3º de latitud entre mediados del decenio de 1950 y principios del decenio de 1970 (confianza media). [16.1.3.2.]
El Ártico es extremadamente vulnerable al cambio climático,
y se prevé que rápidamente se producirán importantes impactos
físicos, ecológicos y económicos. Diversos mecanismos
de retroalimentación provocarán una respuesta amplificada, con
los consiguientes impactos sobre otros sistemas y personas. Habrá una
composición diferente de las especies en la tierra y en el mar, desplazamientos
de conjuntos de especies hacia los polos y graves perturbaciones para las comunidades
de personas con estilos de vida tradicionales. En las zonas desarrolladas
del Ártico y donde el permafrost es rico en hielo, se requerirán
medidas especiales para mitigar los impactos perjudiciales del deshielo, como
graves daños a edificios y a la infraestructura de transporte (confianza
muy alta). El cambio climático producirá también consecuencias
beneficiosas, como una menor de demanda de energía para calefacción.
La sustancial pérdida de hielo marino en el Océano Ártico
favorecerá la apertura de rutas marítimas árticas y el
ecoturismo, lo cual puede tener grandes repercusiones para el comercio y las
comunidades locales. [16.2.5.3,
16.2.7.1, 16.2.8.1,
16.2.8.2]
En la Antártida, los cambios climáticos proyectados generarán impactos que se producirán lentamente (confianza alta). Dado que los impactos se producirán a lo largo de un período prolongado, continuarán mucho después que se hayan estabilizado las emisiones de GEI. Por ejemplo, habrá impactos lentos pero continuados sobre las capas de hielo y las pautas de circulación océanica mundial, que serán irreversibles durante muchos siglos futuros y que provocarán cambios en otras partes del mundo, incluida una subida del nivel del mar. Se prevén nuevas pérdidas sustanciales de la banquisa alrededor de la Península Antártica. Las temperaturas más cálidas y las menores extensiones de hielo marino probablemente producirán cambios a largo plazo en la oceanografía física y la ecología del Océano Austral, con una actividad biológica intensificada y mayores tasas de crecimiento de los peces. [16.2.3.4, 16.2.4.2]
Las regiones polares contienen importantes factores determinantes del cambio climático. Se proyecta que la absorción de carbono del Océano Austral se reducirá sustancialmente como resultado de complejos procesos físicos y biológicos. Las emisiones de GEI de la tundra causadas por cambios en el contenido de agua, la descomposición de la turba expuesta, y el deshielo del permafrost aumentarán. Las reducciones en la extensión del hielo y la nieve, que son altamente reflectivos, aumentarán la magnitud del calentamiento (confianza muy alta). La refrigeración de las aguas proveniente de mayores escorrentías del Ártico y mayores lluvias, la fusión de la banquisa de la Antártida, y la menor formación de hielos marinos hará más lenta las circulaciones termohalinas en el Atlántico Norte y en los Océanos meridionales y reducirá la ventilación de las aguas profundas de los océanos. [16.3.1]
En los ecosistemas polares naturales se producirá una adaptación al cambio climático, principalmente por migración y cambios en las mezclas de especies. Algunas especies quedarán amenazadas (por ejemplo, las morsas, las focas y los osos polares), mientras que otras prosperarán (por ejemplo los caribúes y los peces). Aunque esos cambios pueden perturbar muchos sistemas ecológicos locales y especies particulares, existe la posibilidad de que el cambio climático pronosticado pueda llegar a incrementar la productividad general de los sistemas naturales de las regiones polares. [16.3.2]
Para las comunidades indígenas con estilos de vida tradicionales, las oportunidades de adaptación al cambio climático son limitadas (confianza muy alta). Los cambios en el hielo marino, el carácter estacional de la nieve, los hábitat y la diversidad de las especies alimentarias afectarán las prácticas de caza y recolección y podrían amenazar tradiciones y formas de vida muy antiguas. Las comunidades tecnológicamente avanzadas probablemente se adaptarán con bastante facilidad al cambio climático, adoptando modalidades nuevas de transporte y aumentando las inversiones para aprovechar las ventajas de las nuevas oportunidades comerciales y de intercambio. [16.3.2]
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