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4.7 | Algunas simulaciones de alta resolución
indican la probabilidad de que en algunas zonas aumente la intensidad
máxima del viento de los ciclones tropicales entre un 5 y un 10
por ciento y que se incremente la cantidad de precipitación entre un 20
y un 30 por ciento, pero ninguno de los estudios sugiere que cambie la
localización de los ciclones tropicales. Existen pocas pruebas coherentes
basadas en simulaciones que muestren cambios en la frecuencia de los ciclones
tropicales. |
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4.8 | No se dispone de suficiente información
sobre los posibles cambios de los fenómenos a muy pequeña escala.
Los fenómenos a muy pequeña escala, como las tormentas, tornados, granizo
y granizadas y rayos no son objeto de simulación en los modelos climáticos
mundiales. |
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4.9 | El forzamiento de los gases de efecto
invernadero en el siglo XXI podría poner en marcha cambios potencialmente
repentinos, a gran escala, no lineales y de graves resultados en sistemas
físicos y biológicos tanto en los próximos decenios como a lo largo de los
milenios, con una amplia gama de probabilidades asociadas. |
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4.10 | El sistema climático incluye muchos procesos que interactúan
de forma compleja y no lineal, y que pueden originar niveles críticos
en el sistema climático (y por consiguiente cambios repentinos). Dichos
niveles se podrían exceder si el sistema se viese suficientemente desestabilizado.
Estos cambios repentinos y no lineales incluyen unos grandes aumentos
de origen climático en los gases de efecto invernadero en los ecosistemas
terrestres, el colapso de la circulación termohalina (THC; véase la Figura
4–2), y la desintegración de las capas de hielo de Groenlandia y el Artártico.
Algunos de estos cambios tienen una escasa probabilidad de ocurrencia
durante el siglo XXI; sin embargo, el forzamiento debido a los gases de
efecto invernadero durante el siglo XXI podría poner en marcha cambios
que produzcan dichas transiciones en siglos siguientes (véase
la Pregunta 5). Algunos de estos cambios (como el de la THC) podrían
ser irreversibles durante siglos o milenios. Existe una gran incertidumbre
sobre los mecanismos implicados y sobre la probabilidad o escalas temporales
de estos cambios; sin embargo, existen pruebas extraídas de testigos de
hielo en los polos de que los regímenes atmosféricos pueden alterarse
dentro de unos pocos años y de que cambios hemisféricos a gran escala
han ocurrido dentro de sólo unos decenios ocasionando graves daños al
sistema biofísico. |
GTI TIE Secciones 7.3, 9.3.4& 11.5.4; GTII TIE Secciones 5.2 & 5.8; & IEUTCS Capítulos 3 & 4 |
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4.11 | Es posible que en el siglo XXI haya un
gran aumento en las tasas de emisión de gases de efecto invernadero como
resultado de factores climáticos producidos por cambios a gran escala en
los suelos y la vegetación. La interacción del calentamiento mundial
con otros problemas ambientales y con la actividad humana podría producir
un colapso rápido de los ecosistemas existentes. Entre los factores que
pudieran ocasionar semejante colapso se incluyen el secamiento de la tundra
y los bosques boreales y tropicales, y de las turberas asociadas con dichas
zonas; un secamiento de este tipo haría que estas zonas estuviesen propensas
a incendios. Estos colapsos podrían provocar unos mayores cambios climáticos
con el incremento de las emisiones de CO2 y otros gases de efecto
invernadero de plantas y suelos, y con los cambios en las propiedades de
la superficie y el albedo. |
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4.12 | Parece muy improbable la aparición
de grandes y rápidos cambios en el CH4 atmosférico proveniente
de las reducciones en el sumidero químico atmosférico o de la liberación
de fuentes sepultadas de CH4. El rápido aumento del
tiempo de vida del CH4 debido a grandes emisiones de contaminantes
troposféricos no se prevé dentro de la gama de los escenarios del IEEE.
Las fuentes de CH4 sepultadas en los depósitos de hidratos
sólidos debajo del permafrost y de los sedimentos oceánicos son enormes,
mil veces más grandes que la cantidad actual en la atmósfera. Si dichos
hidratos se descompusieran debido al calentamiento, se pudiera producir
una respuesta climática en la que se emitiera grandes cantidades de CH4;
sin embargo, la mayor parte del CH4 gaseoso liberado desde
la forma sólida la descomponen las bacterias en los sedimentos y en la
columna de agua, limitando de esta manera la cantidad emitida a la atmósfera,
a menos que se trate de unas emisiones explosivas y efervescentes. Esta
respuesta no se ha cuantificado, pero el registro del CH4 atmosférico
durante los pasados 50.000 años no revela ninguna emisión rápida y enorme
de CH4. |
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