Existen indicios preliminares de
que algunos sistemas humanos se han visto afectados por los aumentos recientes
en inundaciones y sequías. El incremento de los costos socioeconómicos
relacionados con los daños ocasionados por fenómenos meteorológicos y
las variaciones climáticas regionales sugieren que somos cada vez más
vulnerables frente a los cambios climáticos (véase el Cuadro
2– 1). |
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2.26 | Los fenómenos meteorológicos o climáticos
extremos provocan daños importantes y cada vez mayores. Los fenómenos
extremos son en estos momentos la causa principal de los impactos relacionados
con el clima. Por ejemplo, los fenómenos relacionados con El Niño durante
1997–1998 cobraron muchas víctimas humanas, dañaron bienes y tuvieron
muchas otras consecuencias ambientales. Los impactos de los fenómenos
extremos y la variabilidad del clima son motivo de gran preocupación.
Algunos indicios preliminares sugieren que algunos sistemas sociales y
económicos se han visto afectados por el reciente aumento de las inundaciones
y sequías, y que las pérdidas económicas debidas a fenómenos meteorológicos
catastróficos fueron cada vez mayores. Como estos sistemas también se
ven afectados por cambios en factores socioeconómicos, tales como los
desplazamientos demográficos y los cambios en el uso de las tierras, resulta
difícil cuantificar los efectos relacionados con el cambio climático (ya
sea antropogénico o natural) y con factores socioeconómicos. Por ejemplo,
los costos directos de las pérdidas mundiales producidas por catástrofes
meteorológicas, con ajustes para la inflación, han aumentado considerablemente
entre los decenios de 1950 y 1990 (véase la Figura
2–7), y los costos de los fenómenos meteorológicos no catastróficos
se han incrementado de forma parecida. El número de fenómenos catastróficos
asociados con eventos meteorológicos se ha multiplicado a un ritmo tres
veces superior a las demás, a pesar de una mejor preparación general para
hacer frente a desastres de este tipo. Esta tendencia al alza en las pérdidas
relacionadas con el clima durante los últimos 50 años se vinculan en parte
a factores socioeconómicos (tales como el crecimiento demográfico, la
mayor prosperidad y la urbanización en zonas vulnerables), y en parte
a factores climáticos regionales (por ejemplo, los cambios en la precipitación
y las inundaciones). |
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2.27 | La proporción de las pérdidas relacionadas
con fenómenos meteorológicos cubiertas por los seguros varía considerablemente
según las regiones, y la diferencia del impacto de los episodios
climáticos plantea cuestiones de desarrollo y equidad. Hoy en día, las compañías
de seguros sólo pagan un 5 por ciento de las pérdidas económicas totales
en Asia y América del Sur, el 10 por ciento en África, y cerca del 30 por
ciento en Australia, Europa, América del Norte y América Central. La proporción
cubierta por el seguro es normalmente mucho mayor si sólo se tienen en cuenta
las pérdidas originadas por tormentas, pero en cambio las relacionadas con
inundaciones y daños a cosechas gozan de muy poca cobertura. El balance
de las pérdidas es absorbido por los gobiernos y por los particulares y
organizaciones afectados. |
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2.28 | Se observan impactos de los fenómenos
climáticos sobre la salud. Se sabe que muchas enfermedades infecciosas
transmitidas por el agua, los alimentos o vectores son sensibles a cambios
en las condiciones climáticas. La gran experiencia con la que contamos muestra
claramente que cualquier aumento en las inundaciones agrava el riesgo de
personas ahogadas y de enfermedades respiratorias y diarreicas, así como
las afecciones producidas por la contaminación de las aguas y—en países
en desarrollo—por el hambre y la malnutrición (confianza alta).
Las olas de calor en Europa y América del Norte se encuentran asociadas
con un aumento significativo de la mortalidad urbana, pero las temperaturas
invernales más cálidas también tienen como resultado una reducción de la
mortalidad durante esa época del año. En algunos casos los efectos para
la salud están claramente relacionados con cambios climáticos recientes,
como ocurrió en Suecia, en donde la incidencia de encefalitis transmitida
por garrapatas aumentó tras unos inviernos más cálidos, y se desplazó hacia
el Norte después de un incremento de la frecuencia de inviernos más cálidos
en el período 1980–1994. |
GTII TIE RRP & GTII TIE Secciones 9.5.1, 9.7.8. 10.2.4, & 13.2.5 |
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2.29 | El reconocimiento y la previsión de los efectos
adversos del cambio climático ha favorecido respuestas del público y los
gobiernos. |
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2.30 | Como consecuencia de los cambios climáticos
observados y previstos, se han producido en los últimos diez años respuestas
socioeconómicas y de política. Entre éstas se incluye la estimulación
del mercado de fuentes de energía renovables, el desarrollo de programas
de mejora de la eficiencia energética, impulsados por las preocupaciones
en torno al cambio climático, la integración de políticas climáticas en
las políticas nacionales más generales, la aplicación de impuestos sobre
el carbono en algunos países, regímenes de comercio de las emisiones nacionales
de gases de efecto invernadero en algunos países, acuerdos voluntarios nacionales
e internacionales con el sector industrial para aumentar la eficiencia energética
o, por otro lado, disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero,
la creación de mercados de intercambio del carbono, presiones públicas y
políticas para que los servicios públicos reduzcan o compensen las emisiones
de carbono producidos por nuevos proyectos energéticos, la investigación,
por parte de la industria, de enfoques para contrarrestar las emisiones
de carbono, y la creación de programas para ayudar a los países en desarrollo
y los menos desarrollados a reducir la vulnerabilidad, adaptarse al cambio
climático, y poner en práctica medidas de mitigación. |
GTIII TIE Secciones 3.2, 3.4–5, 3.8.4, 6.2.2, 6.3.2, & 9.2.1
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Figura 2–7: Las pérdidas económicas ocasionadas por fenómenos meteorológicos catastróficos se han multiplicado mundialmente por diez (con ajustes para la inflación) entre los decenios de 1950 y de 1990, mucho más rápidamente de lo que se pudiera explicar con la simple inflación. La proporción de estas pérdidas cubiertas por seguros aumentó desde un nivel insignificante hasta cerca del 23 por ciento durante el decenio de 1990. Las pérdidas totales producidas por pequeños fenómenos meteorológicos no catastróficos (no incluidos) son parecidas. En parte, esta tendencia ascendente de las pérdidas por fenómenos relacionados con el clima durante los últimos 50 años se vincula con factores socioeconómicos (tales como el crecimiento demográfico, la creciente prosperidad económica, y la urbanización en zonas vulnerables), y en parte se asocia a factores climáticos (por ejemplo, cambios en la precipitación e inundaciones). |
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