Hay estudios recientes que, reconociendo la importancia de contar con múltiples valores de referencia iniciales al evaluar las estrategias de mitigación, analizan y comparan los escenarios de mitigación utilizando como valores de referencia iniciales los nuevos escenarios del IE-EE. Ello hizo posible que se evaluaran en este informe 76 “escenarios de mitigación posteriores al IE-EE” preparados por nueve equipos de modelización. Estos escenarios de mitigación se cuantificaron sobre la base de líneas evolutivas, que describen la relación entre la clase de mundo futuro y la capacidad de mitigación en cada uno de los seis escenarios del IE-EE.
Figura RT-2: Comparación entre los escenarios de referencia y los escenarios de estabilización. La figura se divide en seis partes, una para cada grupo de escenarios de referencia del Informe especial sobre escenarios de emisiones (IE-EE). Cada parte de la figura muestra la gama de valores correspondiente a las emisiones mundiales totales de CO2 (gigatoneladas de carbono (GtC)) provenientes de todas las fuentes antropógenas en el grupo de escenarios de referencia del IE-EE (sombreada en gris) y la gama de valores correspondiente a los distintos escenarios de mitigación evaluados en el TIE que conducen a la estabilización de las concentraciones de CO2 en diversos niveles (en color). Los escenarios se presentan de la siguiente manera: en el caso de la familia A1, se subdividen en tres grupos (el grupo equilibrado A1B (Figura 2a), el grupo de combustibles no de origen fósil A1T (Figura 2b), el grupo de utilización intensiva de combustibles de origen fósil A1F1 (Figura 2c) y las concentraciones de CO2 se estabilizan a los 450, 550, 650 y 750 ppmv; en el grupo A2 la estabilización se alcanza a los 550 y 750 ppmv en la Figura 2d; en el grupo B1 las concentraciones se estabilizan a los 450 y 550 ppmv en la Figura 2e, y en el grupo B2 los valores de estabilización se ubican en los 450, 550 y 650 ppmv en la Figura 2f. En la bibliografía no se evalúan escenarios de estabilización a 1000 ppmv. La figura muestra que cuanto menor es el nivel de estabilización y mayor el nivel de las emisiones de referencia iniciales, más grande es la brecha. La diferencia entre las emisiones de los distintos grupos de escenarios puede ser tan grande como la brecha entre los escenarios de referencia y los escenarios de mitigación dentro de un mismo grupo de escenarios. Las líneas de puntos muestran el límite de las gamas de valores donde éstas se superponen (véase el Recuadro RT.1). |
Las cuantificaciones difieren en cuanto al escenario de referencia inicial, incluida la línea evolutiva que se toma como hipótesis, el objetivo de estabilización y el modelo utilizado. Los escenarios posteriores al IE-EE tienen un margen muy amplio de variación de la trayectoria de las emisiones, pero que está claramente por debajo del margen de variación previsto en el IE-EE. Todos los escenarios muestran que la reducción del CO2 aumenta con el tiempo. La disminución de la energía muestra un margen de variación mucho más amplio que la reducción del CO2, porque en muchos escenarios el uso de energía se desvincula de las emisiones de carbono como consecuencia de un cambio en las fuentes primarias de energía utilizadas.
En general, cuanto más bajo es el objetivo de estabilización y más alto el nivel de las emisiones de referencia iniciales, mayor es la divergencia entre el CO2 y el valor de referencia inicial que se requiere y mayor la prontitud con que debe alcanzarse. Los mundos de los escenarios A1F1, A1B y A2 exigen una gama de medidas tecnológicas y/o de políticas más amplia y aplicada con mayor rigor que en los escenarios A1T, B1 y B2. En el caso de estabilización a 450 ppmv se requiere una reducción de las emisiones más drástica y más temprana que en el caso de estabilización a 650 ppmv, con una reducción muy rápida de las emisiones en los próximos 20 a 30 años (véase la Figura RT.2).
Un aspecto clave de las políticas es qué tipo de reducción de las emisiones será necesario lograr a medio plazo (después del período de compromiso del Protocolo de Kioto). Un análisis de los escenarios posteriores al IE-EE (la mayoría de los cuales presumen que las emisiones de los países en desarrollo serán inferiores a los valores de referencia iniciales para el año 2020) sugiere que para poder estabilizar las emisiones a 450 ppmv será necesario reducirlas en los países comprendidos en el Anexo I después del año 2012 a niveles muy inferiores a los previstos en los compromisos del Protocolo de Kioto. También sugiere que, para el año 2020, los países comprendidos en el Anexo I no tendrían que reducir sus emisiones muy por debajo de lo previsto en los compromisos de Kioto a fin de alcanzar la estabilización a un nivel de 550 ppmv o más alto. Sin embargo, debería reconocerse que hay varios escenarios que señalan la necesidad de lograr reducciones importantes de las emisiones en los países comprendidos en el Anexo I para el año 2020, y que ninguno de esos escenarios prevé otras restricciones, como un límite a la velocidad con que se produce el cambio de temperatura.
Una cuestión importante de política que ya fue mencionada se refiere a la participación de los países en desarrollo en la mitigación de las emisiones. Una conclusión preliminar del análisis de los escenarios posteriores al IE-EE es que, si se parte de la premisa de que la reducción de las emisiones de CO2 que se requiere para lograr la estabilización se produce únicamente en los países comprendidos en el Anexo I, las emisiones de CO2 per cápita en esos países disminuirían a niveles inferiores a los de las emisiones per cápita en los países no comprendidos en el Anexo I durante el siglo XXI en casi todos los escenarios de estabilización, y antes del año 2050 en los dos tercios de los escenarios, si las emisiones de los países en desarrollo coinciden con los valores de los escenarios de referencia iniciales. Esto sugiere que la meta de estabilización y el nivel inicial de las emisiones son factores importantes que determinan el momento en que las emisiones de los países en desarrollo tendrían que comenzar a apartarse de sus valores de referencia iniciales.
La política climática reduciría el uso final de energía per cápita en los mundos que ponen énfasis en la economía (A1FI, A1B y A2), pero no en los mundos que hacen hincapié en el medio ambiente (B1 y B2). La reducción en el uso de la energía causada por las políticas climáticas sería mayor en los países comprendidos en el Anexo I que en los no comprendidos. Sin embargo, el impacto de las políticas climáticas en la equidad en el uso final de energía per cápita sería mucho menor que el de la trayectoria de desarrollo futura.
No hay un único camino que conduzca a un futuro con bajos niveles de
emisiones, de manera que los países y las regiones tendrán que
elegir su propio camino. La mayoría de los resultados de los modelos
indican que las opciones tecnológicas conocidas5
podrían permitir alcanzar muy diversos niveles de estabilización
del CO2 atmosférico, como de 550 ppmv, 450 ppmv o menos en
los próximos 100 años o más, pero para poner en práctica
estas opciones habría que introducir cambios socioeconómicos e
institucionales conexos.
Las opciones de mitigación que se toman como hipótesis difieren
de un escenario a otro y dependen en gran medida de la estructura del modelo.
Sin embargo, los escenarios de mitigación tienen algunas características
en común, entre ellas mejoras importantes y continuas en la eficiencia
de la energía y la forestación, y fuentes de energía con
bajo porcentaje de carbono, especialmente biomasa en los próximos 100
años y gas natural en la primera mitad del siglo XXI. La conservación
de la energía y la reforestación son medidas razonables en una
primera etapa, pero a la larga será necesario introducir tecnologías
innovadoras del lado de la oferta. Otras opciones acertadas pueden ser el uso
de gas natural y tecnologías de ciclo combinado durante el período
de transición hacia tecnologías más avanzadas en el sector
de los combustibles de origen fósil y tecnologías sin carbono,
como las pilas de combustible de hidrógeno. La energía solar,
así como la energía nuclear o la eliminación y el almacenamiento
del carbono, van a adquirir una importancia cada vez mayor en un mundo con un
nivel de emisiones más elevado o una meta de estabilización menos
ambiciosa.
La integración entre las políticas climáticas mundiales y las políticas nacionales de reducción de la contaminación del aire podría dar lugar a una efectiva reducción de las emisiones de GEI en las regiones en desarrollo durante los próximos dos o tres decenios. No obstante, el control de las emisiones de azufre podría ampliar el alcance del posible cambio climático, y es probable que las políticas ambientales sigan recurriendo a las compensaciones recíprocas parciales a medio plazo.
Las políticas que rigen la agricultura, el uso de la tierra y los sistemas de energía podrían vincularse entre sí con miras a mitigar el cambio climático. El suministro de energía de biomasa, así como la captación biológica de CO2, ampliarían las opciones disponibles para reducir las emisiones de carbono, aunque los escenarios posteriores al IE-EE muestran que no pueden alcanzar el volumen global de reducción de las emisiones que se requiere. Para ello será necesario recurrir a otras opciones.
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