El cambio climático mundial dará como resultado aumentos de la temperatura de la superficie del mar (TSM) y subidas del nivel del mar; disminución de la cobertura de hielo marino; y cambios en la salinidad, en las olas y en la circulación de los océanos. Algunos de estos cambios ya se están produciendo. Se prevé que los cambios en los océanos tendrán importantes efectos de retroalimentación sobre el clima mundial y sobre el clima de la zona costera inmediata (véase TIE GT I). Tendrán también profundos impactos en la producción biológica de los océanos, incluida la producción de peces. Por ejemplo, los cambios en la circulación mundial y la mezcla vertical de las aguas afectarán a la distribución de los elementos biogenéticos y la eficiencia de la captación de CO2 de los océanos; los cambios en los ritmos de afloramiento tendrían importantes impactos en la producción de peces costeros y en el clima costero. [6.3]
Si los episodios de calentamiento asociados con El Niño aumentan en frecuencia, las biomasas de plancton y la abundancia de larvas de peces declinarán y tendrán efectos adversos sobre los peces, los mamíferos marinos, las aves marinas y la diversidad biológica de los océanos (confianza alta). Además de la variabilidad de El Niño/ Oscilación del Sur (ENOS), desde el SIE se ha reconocido la persistencia de los regímenes océanos-clima plurianuales y los cambios de un régimen a otro. Los cambios en la forma de la recuperación de poblaciones de peces se han vinculado a esos cambios. Las fluctuaciones en la abundancia de peces se consideran cada vez más como una respuesta biológica a las fluctuaciones climáticas a medio plazo, además de una consecuencia de la pesca excesiva y otros factores antropógenos. De igual modo, la supervivencia de mamíferos y aves marinas también se ve afectada por la variabilidad interanual y a largo plazo en varios procesos y propiedades oceanográficas y atmosféricas, especialmente en latitudes altas. [6.3.4]
Los mayores conocimientos sobre la función del sistema océano-clima en la gestión de las poblaciones de peces están dando lugar a nuevas estrategias de adaptación que se basan en la determinación de porcentajes de extracción aceptables de peces y la recuperación de las poblaciones. Otra consecuencia del reconocimiento de los cambios relacionados con el clima en la distribución de las poblaciones de peces marinos sugiere que la sostenibilidad de las pesquerías de muchas naciones dependerá de adaptaciones que aumenten la flexibilidad en los acuerdos bilaterales y multilaterales de pesca, sumadas a planes de gestión y evaluaciones internacionales de las poblaciones. La creación de pesquerías sostenibles depende también de la comprensión de las sinergias entre los impactos relacionados con el clima sobre las pesquerías y factores como la presión de las cosechas y las condiciones del hábitat. [6.3.4, 6.6.4]
La adaptación por expansión de la acuicultura marina puede compensar en parte las posibles reducciones en la captura de peces oceánicos. La producción por acuicultura marina se ha más que duplicado desde 1990, y en 1997 representó aproximadamente el 30% de la producción comercial total de pescados y mariscos para consumo humano. Sin embargo, la productividad futura de la acuicultura puede verse limitada por las poblaciones de arenques, anchoas y otras especies que se utilizan para proporcionar harina y aceites de pescados para alimentar a especies cultivadas, que pueden sufrir efectos adversos del cambio climático. Las reducciones de los niveles de oxígeno disuelto relacionadas con mayores temperaturas del agua de mar y enriquecimiento de la materia orgánica crean condiciones para la difusión de enfermedades en pesquerías silvestres y de acuicultura, así como brotes de florecimiento de algas en zonas costeras. La contaminación y destrucción de hábitat que suele acompañar a la acuicultura también puede limitar su expansión y la supervivencia de las poblaciones silvestres. [6.3.5]
Muchas zonas costeras ya están experimentando un aumento progresivo de los niveles de crecidas marinas, erosión acelerada de las costas e intrusión de las aguas de mar en fuentes de agua dulce; estos procesos serán exacerbados por el cambio climático y la subida del nivel del mar. En particular, la subida del nivel del mar ha contribuido a la erosión de playas y barreras arenosas y de grava; la pérdida de dunas y humedales costeros; y problemas de drenaje en muchas zonas costeras bajas de latitudes medias. Ecosistemas costeros muy diversos y productivos, asentamientos costeros y estados insulares continuarán expuestos a presiones cuyos impactos se pronostican en gran parte negativos y, en algunos casos, potencialmente desastrosos. [6.4]
Las costas tropicales y subtropicales de latitudes bajas, particularmente en zonas donde hay una importante presión de la población humana, son sumamente susceptibles a los impactos del cambio climático. Estos impactos exacerbarán muchos de los problemas actuales. Por ejemplo, las actividades humanas han incrementado la subsidencia de la tierra en muchas regiones de deltas al aumentar la retirada de las aguas subsuperficiales, drenar suelos de humedales, y reducir o eliminar las cargas de sedimentos de los ríos. Los problemas de inundaciones, salinización del agua potable subterránea, y erosión costera se acelerarán con la subida mundial del nivel del mar superpuesta al hundimiento local. Están especialmente expuestas a riesgos las grandes regiones de deltas de Asia y las islas pequeñas, cuya vulnerabilidad se reconoció hace más de una década y continúa creciendo. [6.4.3, 6.5.3]
Las costas de latitudes altas (polares) también son susceptibles a los impactos del calentamiento climático, aunque esos impactos se han estudiado menos. Con excepción de las costas rápidamente emergentes o dominadas por rocas, una combinación de subida acelerada del nivel del mar, ondas climáticas más enérgicas con una cubierta reducida de hielo marino, y temperaturas superficiales más altas que promueven el deshielo del permafrost y el hielo terrestre (con la consiguiente pérdida de volumen en las formaciones terrestres costeras) tendrá severos impactos sobre los asentamientos y la infraestructura y dará lugar a un rápido retroceso de las costas. [6.4.6]
Los ecosistemas costeros como los atolones y arrecifes de coral, marismas de agua salada y manglares, y la vegetación acuática sumergida sufrirán los impactos de la subida del nivel del mar, el aumento de la TSM y cualquier cambio en la frecuencia e intensidad de las tormentas. Los impactos de la subida del nivel del mar en manglares y marismas de agua salada dependerán del ritmo de aumento en relación con el crecimiento vertical y el espacio para la migración horizontal, que pueden estar limitadas por el desarrollo humano en zonas costeras. Los arrecifes de coral sanos probablemente puedan hacer frente a la subida del nivel del mar, pero esto es dudoso respecto de los arrecifes degradados por descoloramiento, radiación UV-B, contaminación u otros tipos de estrés. Los episodios de descoloramiento de los corales durante los últimos 20 años se han atribuido a varias causas, incluido el aumento de las temperaturas de los océanos. El futuro calentamiento de las aguas superficiales aumentaría el estrés sobre los arrecifes de coral y resultaría en una mayor frecuencia de enfermedades marinas (confianza alta). Los cambios en la química de los océanos resultantes de mayores niveles de CO2 pueden tener impactos negativos sobre el desarrollo y la salud de los arrecifes de coral, lo cual a su vez tendría efectos perjudiciales sobre las pesquerías costeras y sobre los usos sociales y económicos de los recursos de los arrecifes. [6.4.4, 6.4.5]
Son pocos los estudios en los que se han examinado los posibles cambios en las alturas y direcciones prevalecientes de las olas marinas y las olas de tormenta y tempestad como consecuencia del cambio climático. Cabe esperar que esos cambios tengan impactos graves sobre las costas naturales o modificadas por la actividad humana, ya que se producirán a niveles del mar superiores a los actuales.
Se ha documentado la vulnerabilidad de diversos entornos costeros, inicialmente utilizando una metodología común desarrollada a principios de decenio de 1990. Estos y otros estudios han confirmado la variabilidad espacial y temporal de la vulnerabilidad de las costas en los planos nacional y regional. Utilizando la metodología común se determinaron tres estrategias de adaptación de las costas: protección, acomodación y retirada. Desde el SIE, el centro de atención de las estrategias de adaptación se ha desplazado de las estructuras rígidas de protección (por ejemplo, muros de contención, espigones) a las estructuras de contención no rígidas (por ejemplo, la reposición de arena en las playas), la retirada controlada y el aumento de la resistencia de los sistemas biofísicos y socioeconómicos, incluido el empleo del seguro contra inundaciones para repartir el riesgo financiero. [6.6.1, 6.6.2]
Las evaluaciones integradas de las zonas costeras y los ecosistemas marinos, y una mejor comprensión de su interacción con el desarrollo humano y la variabilidad climática plurianual pueden facilitar las mejoras en la gestión y el desarrollo sostenibles. Las opciones de adaptación para la gestión marina y costera son más eficaces cuando están incorporadas a políticas relativas a otras esferas, como los planes de mitigación de los efectos de los desastres y los planes para el uso de la tierra.
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